martes, 4 de agosto de 2020

LOS TRENES EN MI MEMORIA.


En 1987, después de décadas de infatigable servicio fe-rroviario, los famosos trenes excursionistas que acarrea-ban a miles de veraneantes desde la capital a la costa de la V Región, fueron suprimidos para siempre.

El de SANTIAGO-SAN ANTONIO-CARTAGENA, fue un ferroca-rril pionero porque fue el primer tren turístico de Chile.El

El balneario de Cartagena quedaba a 118 kilómetros de distancia de la capital.

Estoy escribiendo estos recuerdos que fluyen vertigi-nosamente de mi ya frágil memoria ,mientras una suave llovizna se deja caer sobre las mustias flores del jardín de la casa paterna, herencia patrimonial de mis padres ya idos, que supongo ,me estarán esperando en algún lugar del Pa-raíso, para examinar mi comportamiento durante mi ya larga existencia terrenal.

Mis primeros recuerdos y emociones,provienen de los paseos por los áridos paisajes, casi rurales, del legendario Barrancas de mis primeros sueños, que conocí de niño.

Los días domingo, después de almorzar, mi madre nos bañaba minuciosamente, nos apitutaba y nos llevaba, orde-nadamente tomados de la mano, (cuando pequeños), a ju-gar al cerro cercano al poblado .Desde la cima, sentados so-bre unos enormes bloques de cemento que se encontraban estratégica y misteriosamente instalados en ese lugar, cons tituyendo una verdadera platea natural.

Cada atardecer dominical,éramos observadores privi-legiados del paso cansino y ruidoso del famoso tren, llama-do el “Flecha del Sur”, ya en sus últimos recorridos al ser-vicio ferroviario. Recuerdo,como si fuera una instantánea fotográfica, los ascensos y descensos al cerro de dunas que rodeaba el poblado,paseo obligado de los habitantes del sec tor, constituido por la Población y el Campamento fiscales que habían sido construidos para los empleados y obreros

que laboraban en las obras de construcción del naciente puerto de San Antonio.

Desde esa época, quedaron grabados a fuego en mi mente, en mi corazón, en mi alma, en mis oídos y en mis ojos, el monótono, ruidoso y rítmico sonido que producían las ruedas del armatoste ferroviario, al deslizarse sobre los relucientes rieles, herméticamente clavados sobre los durmientes de rica madera que cubrían el trayecto ferroviario hacia su destino final: la estación de ferrocarriles del balneario de Cartagena.

La vuelta del llamado TREN DEL RECUERDO a su recorrido habitual después de más de 100 años, hacia las costas de San Antonio, trae a la memoria los pasajes más hermosos de nuestra historia ferroviaria.

Llegan a nuestra mente los recuerdos de la niñez, cuando para viajar a la capital debíamos embarcarnos en el tren que pasaba a las ocho horas por la Estación (Paradero) de BARRANCAS, arrastrado por una máquina ennegrecida por el humo proveniente de la quema del carbón que alimentaba sus calderas.

Rememorando esos viejos tiempos, mencionemos que el convoy salía lentamente desde la Estación de CARTAGE-NA y a ritmo cansino y monótono, continuaba su lento rodar, enfilando rumbo a la capital,pero deteniéndose algunos minutos en las Estaciones y Paraderos de : SAN ANTONIO , BARRANCAS , LLO-LLEO , MALVILLA , LEYDA, PUAN-

GUE , ESMERALDA , MELIPILLA , EL MARCO , CHIÑIGUE , EL PAICO , LO CHACÓN , EL MONTE , TALAGANTE , SANTA ANA, MARRUECOS (MALLOCO) , MAIPÚ , CERRILLOS, y finalmente en la estación terminal del ramal: ESTACIÓN CENTRAL DE SANTIAGO.

Como no recordar aquellos lejanos días en que al anochecer, acudíamos a la Estación local a esperar la llegada de algún pariente, o simplemente de la revista de actualidad (ZIG-ZAG, VEA, ERCILLA) ,de lectura de entretén-ción (OKEY, DON FAUSTO, EL PENECA, SIMBAD, ALADINO, EL CABRITO, ETC.) , femeninas (EVA, ROSITA, MARGARITA) o sencillamente a ver llegar el tren, paseo diario, especial-mente en las localidades rurales ,donde constituía todo un acontecimiento.

Esos años nos dejaron como legado un personaje característico para nuestra época: el “canillita”.- Llolleo, Barrancas y San Antonio, tuvieron su propio suplementero. Su voz característica voceando las revistas de moda o de actualidad resonaba en las noches y como un resorte saltaban nuestras madres o nuestras abuelitas presurosas en continuar su lectura favorita en EL PENECA, o en DON FAUSTO. O para informarse del crimen o el accidente que había estremecido su sensibilidad, leyendo la revista VEA.

Con ansiedad, nosotros esperábamos nuestro turno para seguir las aventuras de “QUINTIN EL AVENTURERO”, “DURGA RANI” o sencillamente para deleitarnos con las mara-villosas y hermosas ilustraciones de CORÉ, pseudónimo usado por MARIO SILVA OSSA (1913-1950), o de ELENA POIRIER (1921-1998), dibujantes que se encargaban de dar vida a los Gnomos, Gigantes, Hadas Madrinas y cuanto per-sonaje de fantasía desfiló por las páginas maravillosas de esa recordada revista infantil.

Mis primeras vivencias ferroviarias llegaron a mis oídos, de la voz y de las actividades de mi padre, quien al regreso de su trabajo cotidiano, ennegrecido su rostro por el humo emanado del fuego producido por la quema del carbón de piedra que alimentaba las calderas de la máquina, me entregaba un ejemplar del diario LA NACION y un periódico local. Su trabajo de maquinista del puerto, atrajo desde pequeño mi atención y así se fue forjando en mí, el amor por todo lo relacionado con la historia ferroviaria.-

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