viernes, 2 de octubre de 2020

De Promaucaes a Puerto Nuevo

11.- LA FAMILIA LISPERGUER GALLARDO. 

 

En enero de 1637 la segunda dueña de las tierras co-nocidas como SAN ANTONIO DE LAS BODEGAS, doña MARÍA NÚÑEZ DE SILVA, hija de Antonio Núñez de Fonseca, que-dose viuda y dos años después (1639) celebró segundas nupcias con el Licenciado PEDRO VENEGAS DE SOTOMA-YOR, alto magistrado que llegaría a ocupar el cargo de Oí-dor de la Real Audiencia (República de Santo Domingo), la más antigua del mundo americano.

En fecha aproximada al año 1641, las tierras de esta Estancia pasaron a poder de don DIEGO SÁNCHEZ DE ALA-ISA. En fecha no confirmada las adquirió el Capitán JUAN DE CARTAGENA, biznieto del Conquistador Luis de Carta-gena, oriundo de Granada y que había salido desde el Cuz-co acompañando a Pedro de Valdivia en 1540. El 7 de mar-zo de 1541 el Ca-bildo de la recién fundada ciudad de San-tiago, le confirió los cargos de Escribano y Secretario del Cabildo. El referido capitán dejó descendencia varonil, quienes die ron su propio apellido por nombre a la comuna y balneario que hoy conocemos: CARTAGENA.

Años más tarde, en 1692, aparece como dueño de la ESTANCIA DE SAN ANTONIO, el capitán JUAN GALLARDO Y LISPERGUER, quien había entrado a suceder a su padre el sargento Mayor Diego Fernández Gallardo y Escobar en el usufructúo de una encomienda de indios junto a la boca del río Maule y por sus derechos maternos en las tierras que habían recaído en su madre doña INÉS LISPERGUER Y ANDÍA YRARRÁZABAL, ubicada en la parte interior de la costa cerca del puerto de San Antonio.

El primitivo dueño de estos terrenos había sido el noble cacique BARTOLOMÉ DE TALAGANTE quien las dejó en herencia a su hija ELVIRA,la cual fue madre de ÁGUEDA FLORES, propietaria de la gran Estancia San Nicolás de la Mar y de una modesta caleta de pescadores existente en ese lugar y heredadas por su nieto JUAN RODOLFO LISPER GUER, quien poseía una fuerte personalidad y un enorme poder económico, posterior sucesor de su madre en estas tierras, quien se casó con FLORENCIA DE SOLÓRZANO Y VELASCO. De esa unión nació el futuro General JUAN RO-DOLFO DE LISPERGUER Y SOLORZANO VELASCO, dueño de las Estancias de Peñaflor, Talagante y SAN ANTONIO DE LA COSTA.

Don Juan Rodolfo contrajo matrimonio con Loren-za de Andía Yrarrázabal y Aguilera y tuvieron como hija a INÉS LISPERGUER Y ANDÍA YRARRAZABAL, que contrajo matrimonio con Diego Gallardo y Escobar. Doña Inés he-redó en las últimas décadas del siglo XVII la misma ESTAN CIA DE SAN ANTONIO DE LA COSTA.

De la unión de Juan Gallardo e Inés Lisperguer, na-ció JUAN GALLARDO LISPERGUER, que a su vez, heredó las tierras aledañas a la caleta de San Antonio. Éste fue casado con la noble dama criolla Juana Hidalgo y Barrera.

En 1753 aparece como dueño de la “HACIENDA SAN ANTONIO DE LA COSTA”, Francisco Javier Cisternas y Ga-llardo (hijo del capitán Ramón Javier Cisternas Juica y de Josefina Gallardo Hidalgo),-me nor de edad en cuyo nom-bre se promovió un pleito contra los pescadores estableci-dos en una caleta en la boca del río Maipo y en la caleta de San Antonio, ya que según Francisco Javier el trabajo de los pescadores perjudicaba los intereses de los dueños de la Estancia. El dueño de ésta fue denunciado por la quema de redes y la prohibición para entrar a realizar sus faenas pes-queras.

En los años setenta figura como propietario Diego Gallardo Hidalgo,(tío de Francisco Javier Cisternas Gallar do) casado con Ignacia de Vargas y Gamboa.

A Diego Gallardo le sucede como heredera su hija Jacinta Gallardo Vargas. A fines del siglo XVIII, esta dama poseía frente a la caleta de pescadores, una gran casona y se encontraba casada con Esteban Carrillo Albornoz, con el cual tuvo una hija,(María),mujer de Juan Manuel de Santa Cruz y Aldunate. La dueña de las tierras, ya viuda del señor Carrillo de Albornoz, contrae nuevo matrimonio, en 1788, con José María de la Fuente y Díaz Montero, quien era pri-mo-hermano del célebre Jesuíta, Padre Manuel Lacunza (1731-1801). Era hijo de Matías Nicolás de la Fuente y Díaz y María del Carmen Díaz Montero y Durán de Salcedo.

Los Fuentes y Gallardo que fueron 5, (Ramón, Juan, José, Manuel y María Mercedes) heredaron de su madre parte de estos valiosos terrenos de la “ESTANCIA DE SAN ANTONIO DE LA MAR”.

El 11 de marzo de 1793, la poseedora de estas perte-nencias, autoriza a su marido, José María de la Fuente y Díaz a vender sus propiedades ante el Escribano Público Pedro Pablo Videla. Esta Estancia llamada “SAN ANTONIO DE LA MAR” o “SANTA ROSA DE LA MAR”, situada en terre nos conocidos hoy como LO GALLARDO y LLOLLEO, serí-an vendidos a la CONGREGACIÓN DE LAS MONJAS ROSAS

Así finalizó el dominio de la familia Lisperguer Ga-llardo en la zona, la que alcanzó a perdurar por casi 2 si-glos.

LA HACIENDA “SAN ANTONIO DEL MAR”.también llamada “SANTA ROSA DE LA MAR”, estaba situada en te-rrenos pertenecientes a la jurisdicción de la Villa de San José de Logroño (MELIPILLA),y se extendía desde Melipilla hasta la costa de San Antonio, deslindando por el Norte con la Hacienda de Cartagena, al Sur con la Estancia de San Juan y el río Maipo; por el Oriente con la Estancia de Santiago Fuenzalida y de María del Carmen Gallardo y por el Poniente, con las playas del mar Pacífico, “y comprende todo el ganado y pertrechos que en ella hubiere al tiempo de la entrega con todas sus tierras”

Como dice el documento oficial, todo esto comprende la “HACIENDA DE SAN ANTONIO DEL MAR” o “SANTA ROSA DE LA MAR”, que se entrega en representación del Monasterio de Santa Rosa, a la Ma-dre Superiora, Sor María Mercedes de Santa Rosa, para dicho su Monaste-rio”.

Durante el gobierno de Manuel Bulnes Prieto (1828-1903), se decretó en 1846, la expropiación de los terrenos del Monasterio, por la suma de $ 28.258,90, que corres-pondían a 100 hectáreas y media. En 1850, donaron algu-nos terrenos de su propiedad para la construcción de es-cuelas, cárceles y mataderos.

El resto de las propiedades que se reservaron las monjas, procedieron a venderlos, y una de ellas la corres-pondiente a una parte de la HACIENDA DE LLOLLEO”, ad-quirida por VICENTE RUIZ TAGLE el 8 de abril de 1876, en la cantidad de $ 130.000. A principios del siglo XX, las transfirió a VICENTE GARCÍA HUIDOBRO.

En 1885, las monjas proceden a vender otros terre-nos del fundo Llolleo a los señores Alejandro Vial, Carlos Walker Martínez, Juan Arlegui Rodríguez y Antonio Su-bercaseaux, por el precio de nueve mil pesos ($ 9.000), pagaderos en el plazo de 10 años. El precio fue pagado se-gún consta en escritura pública de fecha 19 de abril de 1900, otorgada por la Superiora de dicha Orden Religiosa, y por el síndico, ante el Notario Mariano Melo E.

Poe escritura pública de 14 de julio de 1894 y ante el mismo Notario Sr. Melo, los señores Vial, Walker y demás comuneros, vendieron a Adolfo Ortúzar Bulnes estos mis-mos terrenos con excepción de aquellos que ya habían ena-jenado.

El señor Ortúzar vendió el 28 de noviembre de 1899 los terrenos que no se habían enajenado aún, a los señores Carlos Walker Martínez, Alejandro Vial y Javier Arlegui por la suma de $ 9.000, pagados al contado, pero como esas propiedades se encontraban embargadas, debieron ser devueltas a Alberto Yungue,las que procedió a venderlas luego a Carlos Ducaud, el día 22 de julio de 1907.

El día 10 de agosto de 1908, el señor Ducaud, proce-dió, a su vez, a venderlos a Jermán Yungue por la suma de $195.000 al contado.

El 9 de febrero de 1909, el mencionado señor Yun-gue transfirió esta propiedad a Juan Vicuña Guerrero. El precio acordado fue de $ 430.000 quedando hipotecada la propiedad para responder al pago del precio convenido.

El 28 de junio del mismo año, se acordó dejar sin efecto la venta y el dueño recuperó y vendió ese mismo día los terrenos a la señora Rosa Pezoa en $ 384.000 , pagaderos, parte al contado y parte a plazo. Doña Rosa vendió el 23 de febrero de 1910 a Pedro Ferrer, tres lotes de terreno en la cantidad de $ 503.000. El 18 de mayo del mismo año, la señora Pezoa recuperó sus tierras por incumplimiento en el pago por parte del señor Ferrer.

Esta larga y tediosa historia de ventas y reventas de las tierras del fundo LLOLLEO, prosiguió, agregándose nuevos nombres de propietarios a esta extensa lista.

Don Germán Yungue y doña Rosa Pezoa, resuelven por escritura pública de 9 de septiembre de 1910, la com-praventa de los terrenos ubicados en el puerto de San An-tonio, porque doña Rosa debía ausentarse del país y no po-dría cumplir con el contrato adquirido. Dichos suelos co-rrespondían a los transados por escritura pública de 28 de junio de 1909, ya mencionados.

Por escritura pública de 9 de septiembre de 1910 y ante el Notario Abrahán del Río, el señor Yungue vendió a José Luis Riesco los terrenos que había adquirido de doña Rosa. El precio de venta fue de $ 315.000, pagadero en los plazos que dicha escritura estipula.

El 27 de noviembre de 1899, Nicanor Plaza vendió a José Segundo Plaza diversos predios ubicados en el puerto de San Antonio por el precio de $ 5.000. Nicanor Plaza ha-bía adquirido estos terrenos a Adolfo Ortúzar en $ 3.960, según consta en escritura pública de compraventa otorgada en San Antonio, ante el Notario público Mariano Melo E. el 12 de julio 1896.

Por Decreto Supremo de Gobierno de fecha 11 de ma yo de 1911,el gobierno procede a expropiar a José Segundo Plaza un terreno con los siguientes deslindes: “Norte, y Oriente, con las dunas existentes en el lugar; Sur,con Avda.Enriqueta; al Poniente, con la playa del mar”. Este sitio fue expropiado para construir el edificio de la Aduana del puerto, según plano oficial del Supremo Gobierno. La superficie del terreno es de 7.730 metros cuadrados.

Por el mismo Decreto Supremo, se ordena a la Teso-rería Fiscal de Melipilla,”pagar a José Según- doPlaza ,la cantidad de $ 127.180 y a los señores José Luis Riesco y Jermán Yungue, como sucesores de Pedro Ferrer la can-tidad de $ 67.000 como indemnización por el valor que corresponde a los lotes de terreno que les fueron expro-piados a los señores Plaza y Ferrer. En total fueron

6.359 metros cuadrados”.

Don JOSÉ FRANCISCO FABRES, abogado y propie-tario de la “HACIENDA LAS MALVILLAS” ,fue depositario de $ 52.000 a repartir entre José Segundo Plaza y José Luis Riesco.

Según Decreto Supremo de 3 de mayo de 1916, se or denó pagar a los señores Francisco Javier y Esperidión Ve-ra, la suma de $65.000 por terrenos expropiados para la construcción del puerto de San Antonio.

También se ordena pagar al señor cura párroco de San Antonio, Ramón Negrete, la suma de $45.000 por la expropiación de terrenos, propiedad de la Parroquia.

A Vicente García Huidobro se le agradece la cesión del fundo Llolleo desde la cantera hasta Cartagena, para la construcción de la línea férrea hasta ese balneario.

Además se pagó por terrenos expropiados a las religiosas de la Congregación del Purísimo Co-razón de María, que estaban a nombre de la seño-ra Elvira Grillou.

Estos son algunos de los terrenos expropiados para la construcción del que sería bullente e importante PUERTO DE SAN ANTONIO.